11 Abr Primera nota sobre una casa tomada (D&D). 2007. (Desautomatización perceptual).
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13 mayo, 2016 (una suma de construcciones (REVISTA-blog-españa)
ENTREVISTA A BONY BULLRICH
Queridos lectores:
Como ya sabéis, he estado unos meses en Buenos Aires buscando inspiración sobre el arte latinoamericano. En mi breve viaje tuve el gran privilegio de coincidir con el artista conceptual Bony Bullrich y poder entrevistarle. Aquí os dejo el resultado de nuestra conversación:
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Hola Bony, muchas gracias por recibirme y por sacar tiempo para charlar un poco sobre el mundo del arte. Me gustaría hacer algunas preguntas y, si te parece bien, nos ponemos a ello: ¿cómo definirías el arte?, si es que crees que es algo que se pueda definir, claro.
Sí, pienso que sí se puede definir el arte, aunque es complicadísimo. Realmente la gente, cuando quiere definir el arte, lo que termina definiendo es el arte contemporáneo, y cuando uno se pone a definir el arte contemporáneo se complica muchísimo porque el arte contemporáneo es un manierismo híper intelectualizado del siglo XX (del siglo como proceso, no cronológicamente), pero no deja de ser un manierismo y cada vez lo intelectualizamos más.
No es que no se pueda definir el arte, se puede. En la época de las Vanguardias era más fácil, porque generalmente cada vanguardia tenía una visión muy particular del arte. Kandinsky lo intentó definir en su momento: el arte es lo que sale de un ser humano, clonar la naturaleza no es arte; con lo cual dejó a tras toda la Historia del Arte con esa definición. De alguna manera cada uno sintió que había una definición de arte, probablemente creo que el arte es algo que se hace con un propósito que es distinto a otros propósitos. Cuando yo estoy plantado frente a mi proyecto, de alguna forma me cuestiono si va a alcanzar el plano del arte, ese cuestionamiento es lo que implica por lo menos el proceso del arte, no sé si lo logro cuando lo termino.
Por poner un ejemplo, en España, el Museo Reina Sofía, es un museo de arte moderno y contemporáneo, pero se tiene la sensación de que se ha quedado en el siglo XX. Pero no porque no se quiera renovar, sino porque los artistas que ejercen en España ahora no quieren entrar dentro del sistema, de alguna manera elitista del museo y todo lo que representa, no sé si en Buenos Aires pasa igual.
Igual. En Sao Paulo, cuando se realiza la Bienal, es más interesante la Bienal paralela. La Bienal es tan correcta, se ha convertido en algo tan correcto, donde el comisario no se anima a equivocarse en nada porque le están pagando una fortuna y se está jugando su prestigio, entonces al no animarse a jugarse en nada, toma lo que ya se vio, lo que está seguro que la gente va a aceptar. No se anima por esa tendencia que está surgiendo, primero porque tiene un eje a seguir y después por miedo a que todo el mundo le critique cuando ya tiene un determinado prestigio. Entonces la hacen tan correcta que es muy aburrida. En cambio vas a la Bienal paralela y es genial, todo es muy divertido, ves cosas nuevas, no es que no lo haya visto, porque ya es muy difícil vivir lo que vivimos en las Vanguardias, pero de alguna manera algo tiene que hace vibrar. Eso en las bienales y en las cosas muy establecidas del arte ya no lo encuentras, todo lo que se hace es correcto, y esa corrección en la muerte de un artista, por eso los artistas ya no quieren formar parte de eso, porque prefieren generar espacios nuevos. No es una novedad en el arte que la gente se quiere salir de los circuitos, con el Salón de los Rechazados ya pasó, porque llega un momento en el que uno se da cuenta que la búsqueda de la objetividad que tiene el crítico, finalmente esa objetividad no existe, termina siendo una subjetividad legitimada por comisario o el crítico.
A los museos sí que voy a ver cosas de vez en cuando, porque me interesa también ver el siglo XX, porque soy un hijo del siglo XX. Ahora no siento que haya nuevos inventos. Lo que ocurrió con las Torres Gemelas también me hizo darme cuenta de que el postmodernismo se había muerto en su esencia, no digo que se haya agotado como proceso, pero sí pienso que de alguna forma la caída de las torres cambiaron la humanidad, y que a partir de eso empezamos a retroceder en el tiempo. Hoy cuando veo que en los 90, cuando yo tenía 30 años, todo era postmodernismo, todo lo de nuestros padres era antiguo, la religión era antigua, venía la época de la libertad, y ahora estamos otra vez debatiendo si el islam, los judíos o los católicos de nuevo, otra vez, cuando se supone que eso ya estaba superado. Todo eso que pienso que está volviendo a ocurrir, de alguna forma siento que hubo un retroceso enorme. En los 90 creíamos que habíamos llegado a un nirvana donde creíamos que ya no iba a haber más guerras, que íbamos a vivir en paz, donde EEUU iba a ser un país justo, era lo que se creía en esa época.
Yo creo que el tiempo en general y la historia que nos está tocando vivir no favorece la creación artística. Los artistas no encuentran inspiración, ¿qué es lo que ven en su día a día? En Europa todos los días son migraciones de personas desesperadas, corrupción política, aumento de los costes de vida, etc.
Sí, claro. Aparte la vida de artista ya es dura de por sí. Yo si fuera por mí estaría pensando todo el día en arte, que es mi pasión, pero tengo que ocuparme de otras cosas también.
¿Qué problemas le encuentras al mundo del arte que vivimos hoy desde tu perspectiva?
La subjetividad. La subjetividad es mortal porque muchos críticos de arte consideran que arte es lo que ellos creen que es arte. Una visión objetiva del arte también es muy difícil: alguien que hace puros retratos es artista, Marcel Duchamp es artista, yo soy artista… Hoy el arte también tiene mucho que ver con el otro, que es el que define si es arte o no es arte. En este momento también hay mucha rebeldía porque, finalmente, todos se dieron cuenta de que el conservador también se corrompe, favorece a sus amigos, igual que todos los mundos.
¿Qué te aporta el arte? Porque antes de ser artista, eras abogado, trabajaste con gente muy importante y muy influyente nacional e internacionalmente, y de repente un día…
Es que no fue “de repente un día”; de repente un día decidí tomar las decisiones equivocadas, que fue estudiar derecho, probablemente no a un nivel de supervivencia, pero a nivel de felicidad fueron erradas. Yo nunca fui feliz ni trabajando para uno de los hombres más ricos del mundo, no fui feliz trabajando en Naciones Unidas, ni en el Banco Mundial.
Se podría decir que una de las características de tu obra es convertir objetos comunes y cotidianos en obras de arte, un poco siguiendo los pasos del ready made de Marcel Duchamp, ¿cómo surgió en tu mente esa idea de reutilizar y de revivir de alguna manera estos objetos?
Sí, pero yo transformo los objetos. Quiero decir, el proceso tiene una influencia fuerte de Duchamp, igual que hay cosas que tienen influencia de Marina Abramovic.
¿Entonces podrías decir que Duchamp es una influencia clara en tu carrera?
Duchamp es la persona que yo más admiro de la historia del hombre. Pero ya ni siquiera lo admiro como artista, lo admiro por su idea, porque de alguna forma, cuando te piden que definamos cualquier cosa es lo mismo que definir el arte, todo es complejo de definir. Duchamp es mi norte, lamento mucho haber nacido después de él y no poder llegar a él nunca.
¿Cómo te clasificarías como artista?
La verdad que no sé cómo clasificarme. Bueno, lo inclasificable en el momento en que está ocurriendo siempre fue parte del arte de alguna manera, por lo menos en el último siglo. Probablemente yo siento que, de alguna forma, soy un artista en serio, yo me considero un artista en serio, cuando más pasan los años más, y me encanta que me compren una obra pero porque les guste mi obra, me encanta que entiendan lo que están comprando. Lo bueno es que quien tiene una obra mía es porque le gusta tener una obra mía, no hay una obligación de tenerla, y eso también me da mucha libertad. Si fuera Picasso igual no tendría esa libertad, porque la gente cuando viene a comprarme algo sabe lo que quiere y no puede pintar lo que tenga ganas. Tampoco me quiero quedar en el siglo XX, quiero salir y quiero hacer una síntesis, una especie de sincretismo, pero eso son mis ganas, mis ganas pasan por ahí.
¿Por qué?
Porque también vengo de ser muy transgresor en un punto, he llegado a hacer las obras más transgresoras que se me podían haber ocurrido: fui candidato a jefe de gobierno de los piqueteros en Argentina, porque me eligieron ellos en una asamblea por una performance que yo hice en La Matanza.
Ahora que mencionas la performance de los piqueteros, ¿podrías hablarme un poco más sobre este tema? Porque fue bastante controvertido en su momento.
Los piqueteros hicieron un piquete en contra mío y de ahí surgió mi primera muestra en la Matanza. Alfombré toda la Matanza con la misma alfombra roja que puse en la Avenida Alvear, en uno de los mejores barrios de Buenos Aires en la inauguración de la muestra de las galerías. Cuando nos mirábamos con los piqueteros se suponía que el malo era yo para los piqueteros y para mi ellos eran los malos, y nos mirábamos y nos preguntábamos ¿quién es el malo?, y cuando me eligieron en la asamblea, a pesar de que yo representaba para ellos la oligarquía más terrible, la que los oprime, y cuando nos conocimos nos dimos cuenta de que de oligarquía nada, que trabajamos para vivir igual que todos. Lo mismo la gente que fue de la Recoleta para allá conmigo, todos cuando iban le bajaban la seguridad al auto, decían: “no vayamos por este camino que nos van a matar”; y cuando llegaron se encontraron con la gente más buena del mundo que les abría los brazos y le decía “gracias por venir”. Y después terminaron todos charlando y surgieron un montón de proyectos comunes entre señoras muy ricas de la Recoleta con gente muy pobre de La Matanza. Todo esto, que tenía que ver con el prejuicio fue lo que hizo que yo a esa performance le haya puesto “¿Quién es el minotauro?”. Todas las cosas que hice en esa época tenían que ver con algo muy relacionado con Marina Abramovic; en ese momento Abramovic a mi me daba ganas de seguir creciendo, todas esas cosas que ella hacía me volvían loco. Ahora en estos momentos no lo veo, seguramente están, pero no lo encuentro, y menos en esos lugares híper legitimados.
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¿Cómo definirías tu proceso creativo? Ya nos hemos dado cuenta de que aprovechas lo que te está pasando en el momento para crear pero ¿qué más hay?
Lamentablemente es muy utópico. Es como si yo tratara de hacer que Marcel Duchamp no existió, y cuando hago de cuenta de que existió no lo puedo soportar, ¿para qué hacemos arte si ya lo definió todo él? ¿qué más vamos a hacer? De alguna forma en mi proceso yo también busco cerrar el proceso que él abrió y ahí es donde me planteo la ruptura con el siglo XX, porque no puedo seguir con ese proceso porque no quiero ser un manierista del siglo XX y tampoco tengo ganas de ponerme a pintar como Da Vinci. Es muy difícil lo que vivimos hoy en día. Yo en mis cosas, de alguna forma, intento salir de ahí, alfombrar el barrio más pobre de Argentina es una performance pero de alguna forma soy más difícil de encasillar, yo no tengo un cuerpo de obra definido como tendría sentido tenerlo en la época de las Vanguardias. Hoy es más interesante, como artista, ser un poco más escurridizo y que sea más difícil definirte que ser algo claro y gráfico.
¿Crees que los historiadores del arte tenemos algo que ver en todo esto? En el sentido de que intentamos siempre encasillar, poner una etiqueta y ver los periodos de un artista.
El historiador del arte cumple una función que es justamente ser historiador del arte. De alguna manera va a llegar un momento en que este periodo se va a terminar y va a venir un historiador del arte que lo defina. Es distinto del roll del artista; el artista y el historiador del arte probablemente nunca se pongan de acuerdo frente al momento que estamos viviendo, sí vamos a estar de acuerdo con respecto al pasado, pero con respecto al momento que estamos viviendo el historiador del arte tiene una función que es poner un nombre a las muestras, romperse la cabeza para definir un nuevo neo, etc. El artista sufre de una manera horrible todo esto: muchas veces estoy viendo una película y no la veo porque estoy pensando cómo generar algo que no sea nuevo, pero que genere interés. El historiador del arte en el momento no lo va a poder definir, seguramente haga lo mismo que hicieron en la época de Duchamp. El historiador del arte que reconozca el momento que está viviendo y reconozca al artista que está generando algo interesante es casi como un artista en realidad, y son personajes que se convierten en personajes extremadamente geniales porque pueden reconocer eso. El historiador del arte llena su cabeza con una información distinta que la del artista, el artista se llena con ver, trata de unir cabos, el historiador del arte es mas estudioso, además él ya tiene definido un montón de momentos con lo cual está acostumbrado a definir, sacarlo de ese proceso es bastante complicado pero no es su obligación tampoco. Yo creo que este momento es uno de los periodos más difíciles para encasillar, porque son definiciones arbitrarias, todas las que leo hablan como en la época en la que tenía sentido hablar así, en las Vanguardias tenía sentido hablar así, pero ya no.
¿En qué estás trabajando ahora?
Ahora estoy haciendo un teorema. No sé qué tiene que ver un teorema con el arte, pero de alguna forma se me ocurrió organizar un teorema para que el espectador entendiera qué es lo que quiero decir. Elegí el formato de un teorema, pero no salgo del arte. Sí, utilizo fórmulas matemáticas pero no salí del arte en realidad. Estoy trabajando con el tema de la mitología griega, con el tema de juntar, con el tema de ser un sincretista del arte, y decir: “bueno, no voy a mirar el siglo XX porque es lo último que se fue, lo que más me influyó y lo que más disfruté, pero ya lo viví, ahora quiero vivir otra cosa, porque tengo el espíritu del siglo XX en el fondo, que es querer vivir y avanzar”; que, por otro lado, es un espíritu utópico hoy por hoy, porque no sabes hacia dónde vas a avanzar, pero en lo que sí que creo que puedo avanzar y que ser honesto es con los accidentes que me voy encontrando. El último accidente que me encontré es el de haber querido mostrar al futuro como eterno y no como lo súper sónico. Bueno, si va a ser eterno voy a empezar a juntar todos los elementos, voy a empezar en China, en el Art decó, voy a pensar en las Vanguardias, en el Renacimiento, en el Helenismo… voy a ver al mundo con una visión realmente sincretista, con la intención de buscar algo que sea lo que realmente me representa a mí. Y de ahí surgió este proyecto y cuando lo estaba armando quise tomar héroes contemporáneos como en la mitología para hacer una casa de ficción, una casa que no existe, una casa en el Olimpo. Lo tomé a Borges como héroe contemporáneo argentino. Estoy siendo un poco arbitrario, estoy inventando cosas como si realmente existieran y en realidad las estoy inventando, de alguna manera es lo que hacía Borges asique me sirve como héroe contemporáneo. Entonces empecé a armar ese espacio donde iba a estar Borges, no visualmente sino en espíritu, dije: “bueno, quiero tomar algo que tenga que ver con la estética, donde vuelva a haber belleza”, lo que quiero rescatar es algo bello (sin considerar que la estética tenga que ser belleza), ahí se me ocurrió tomar una musa de Borges, y cuando me pongo a pensar en ello digo: “bueno, mi abuela inspiró los poemas ingleses de Borges, ¿quien más que yo para tener información sobre toda la situación?”. Entonces empecé a armar todo ello inspirado en Borges y en mi abuela como musa de él. Pensé en las historias de la casa de mi abuela y decidí quedarme en ese periodo de la historia para lo visual y después voy a ver en lo conceptual hasta donde voy. El escritor argentino Bioy Casares cuenta las cosas que Borges le contó sobre mi abuela después de que le diera el derrame cerebral sin aclarar que había tenido un derrame cerebral, pero las cuenta de una manera caricaturesca, eso me pareció mal cuando lo leí por primera vez y me dio la idea de la traición, que ya sobrepasa el pequeño relato postmoderno y va a los grandes temas de la humanidad, y de ahí surgirán otros, con lo cual ahora me voy a centrar en eso, en el tiempo. La traición la descubrí por accidente.
¿Y no has pensado que el tema de la frustración (la de tu abuela después de un derrame cerebral e incluso la tuya al sentirte traicionado por Bioy Casares) también es un tema que viene con nosotros siempre?
Sí, pero por eso no lo planteo. La utilizo como ejemplo pero estoy tratando de salir del relato postmoderno y llevarlo a los grandes temas de la humanidad, como la traición, que ha estado siempre. Hasta un momento el arte ha sido lo que estaba siempre, y en el siglo XX el arte dejó de ser lo que estaba siempre para convertirse en esas pequeñas historias que estamos viendo, es decir, Warhol y sus sopas de sopa para denunciar la publicidad de masas es uno de los temas del siglo XX que formaba parte de uno de los problemas, no los grandes problemas de la humanidad. Lo único que sigue vigente es Duchamp, porque va a estar vigente siempre porque, para mí, definió la arbitrariedad humana en una sola acción, más allá del análisis que uno puede hacer del urinario, pero el hecho de pedestalizar un objeto me hace acordar a toda la historia de la humanidad, porque siempre se ha pedestalizado algo. Eso es lo que me hace pensar que a la hora de crear, lo que le pasó a Duchamp es que vio el urinario y debió de pensar: “me recuerda a todo en lo que el hombre ha creído, cosas en las que decidió creer, bueno yo voy a decidir creer que esto es una obra de arte”. Todo este tema del héroe contemporáneo y de los grandes relatos, de buscar belleza, para salir de la sordidez en la que vivo de alguna forma también me da alegría.
¿Crees que el arte debe ser una vía de escape del mundo?
No. Para mí en este momento sí, pero en otro momento me hundí en todos los problemas de la sociedad. El arte me llevó en un momento, como es el de los piqueteros, a tener problemas que no eran míos, pero que los hice míos por amor a los piqueteros. En este momento estoy sintiendo como que hay que darle algo a la humanidad que nos cuente algo, que no sea esa corrección de museo. Lo que creo es que el arte debe hacernos sentir algo, lo que queremos es sentir algo, como lo hicimos en los años 60´y 70´.
¿Qué opinas del mercado del arte y la función que desempeñan los galeristas o historiadores dentro de él?
El mercado del arte me parece de terror. El dinero corrompe hasta al más bueno, y el historiador del arte no deja de ser una persona normal. ¿Qué tiene que hacer el historiador del arte? ¿Tiene que legitimar? Yo lo que veo mucho del mercado del arte es que es de terror; el que tiene que vender arte va tratando de ver hacia dónde va la cosa y se basa mucho también en la historia, como si una cosa legitimara a la otra. Podrían unirse el galerista, el crítico y el comisario y realizar un acto de corrupción: uno lo legitimista, otro lo vende y otro lo alaba. Cuando voy a una galería muchas veces me aburro, no entiendo por qué estoy ahí, y me imagino también mucha gente no entenderá por qué hago lo que hago, pero lo que sí pienso es que siempre trato de mantenerme honesto, no me dejo absorber por los galeristas. A veces hay galeristas que me piden que haga determinado tipo de cosas y les digo que no, no me va a salir. Es peligrosísimo el mercado del arte, por supuesto que hay temas interesantes, pero el galerista compra lo que a él le gusta y por lo tanto subjetiviza un poco, y no está mal, pero en un punto, cuando hablas con ellos te das cuenta de que están muy vacíos también, y no tienen una razón fundamentada. Los galeristas apasionados son todos célebres, sobre todo en el siglo XX, porque probablemente sentían como un artista aunque ocuparan el lugar de un galerista. No digo que no haya galeristas apasionados, pero sí que hay muchas personas que son galeristas porque es una función social aceptada y estable, daría igual si estuvieran en una inmobiliaria.
¿Qué piensas de los artistas contemporáneos?
Hay muchos artistas que tienen pasión de jóvenes pero cuando se consagran se convierten en mercaderes, de repetirse a ellos mismos cambiando una coma y sintiéndose grandes artistas. Veo que falta pasión, como que falta un golpe de tuerca de pasión. En este momento hay mas anonimato en los artistas, ya no hay grandes iluminados en el mundo del arte como podría ser en el momento de Picasso por ejemplo, hay artistas que son respetados, que tienen un lugar, más o menos se conocen, pero ya no quedan grandes iluminarios en el mundo del arte, en Argentina por ejemplo, pero los que surgen no surgen con la misma fuerza. Lo que sí, probablemente surja con fuerza, es la historia a contar, donde yo quedaba atrás, pero la historia se iba sola; y como la historia es un hijo para un artista, no te importa que nadie sepa que la historia fue tuya si la historia fue.
¿Qué les dirías a los jóvenes artistas que están intentando hacerse un hueco en el mundo del arte?
De alguna manera yo creo que lo que siempre tiene que hacer un artista es no tenerle miedo al accidente ni a la polémica, conectarse con su corazón y elegir, en el mundo en que vivimos hoy, algún tipo de relato.
Lamentablemente tenemos que terminar la entrevista, muchísimas gracias por tu tiempo Bony. Nos volveremos a ver pronto.
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Más información: Bony Bullrich // Bony Bullrich Wikipedia
Acaración: Nada salió del lado politico o ideológico de mi cerebro sino del artista que todos llevamos dentro y que nos da la libertad de decir lo que en la vida real la cordura y la corrección política no te deja. Los piquetes sobre alfombra roja y la boleta electoral en las elecciones del 2007 fueron un abrazo entre seres humanos. Honrar el encuentro. Castells había hecho un piquete en contra de la muestra de la que yo era curador. Mi vulnerabilidad humana se vio agasajada por mi aceptación en el movimiento cuando nos conocimos y nos liberamos del prejuicio que teníamos sobre el otro. Eso fue todo. Empatía y afecto mutuo. Impensado. Nada que ver con las ideologías. Fue simbólico. No hacía mucho que había vuelto a vivir a Buenos Aires. En 1989 uí despavorido a Nueva York a hacer un MBA cuando me recibí de Abogado en la UBA por que soy gay y Argentina era muy pacata. Fui muy feliz….tuve laburos, mágicos. Volví por que soy único nieto y alguien se tenía que ocupar de las vidas de la flia. Es decir no estaba tan apasionado con los temas políticos Argentinos. Me preocupaba el traspaso del capital a oriente. O el empobrecimiento de occidente mejor dicho. Todo lo que hago (incluso la carta documento a Bioy Casares al Olimpo) es riéndome de mi. No del otro. Mas alla de lo dicho: «el amor a la patria es portatil». Finalmente como artista puedo dar luz a las contradicciones en mi manera de pensar. Y vos te podes ver reflejado en ellas.