Mis viejos: El único problema de ser gay en los 80s: «Saber que ellos sufrirían».

Nota revista CC.
“Fue como una capsula”
Primer piquete sobre una alfombra roja de la Matanza, donde se desarrollamos la versión local de Alvear Fashion and Arts en Lafferrere en 2007.

por Bony Bullrich

Sin dudas el arte abre puertas que años mas tarde a todos nos parecen tan naturales que es como si hubieran estado siempre abiertas. El mundo no esta organizando un jubileo global por los cien años del mingitorio a pesar de que salimos del closet por el. Cada tanto surge un matiz que no pide permiso.
Fui a Miami a por otras razones pero una cola de miles de adolescentes que venían del Estados Unidos profundo para entrar a Louis Vuitton llamo mi antencion. La Capsula supreme-Louis Vuitton en el design district de Miami me hacia acordar a algo y no sabia bien que era.
Me acerque a la cola y me puse a hablar con los clientes que habían dormido en una plaza toda la noche para estar en el primer lugar. Experimenté el espíritu de época que se había dado en Buenos Aires en el 2007 cuando después del piquete que Castells hizo en contra de Alvear Fashion and Arts el año que fui su curador llevamos el concepto a la Avenida Luro de lafferrere en el corazón de la matanza. Casualmente las zapatillas de culto fue un tema de conversación que nos unia a todos. Los negocios de zapatillas de la avenida Luro y los artistas locales me recordaban antropológicamente a supreme y la alfombra roja y los diseñadores y artistas de la Avenida Alvear. Vuitton además ese año todavía estaba en la Avenida Alvear. Alvear fashion and arts en la matanza con sus mismos símbolos y la misma alfombra roja, la de Meller, con sus diseñadores y artistas exhibiendo sus productos fue antropológicamente una capsula con formato de conurbano.
En la Matanza lo exclusivo se parecía tanto a lo callejero que no podíamos reconecer la diferencia. La afombra roja y los símbolos del Fashion and arts de la mano de las organizaciones sociales. El fenómeno de las asambleas barriales junto a los símbolos del lujo… una locura. En 2007 la Avenida Alvear era una de las siete avenidas mas lujosas del mundo. Cartier, Vuitton, Hermes, Ralph Lauren, eran un símbolo y la alfombra roja hasta el piquete de Castells era de ella. Pero la Alfombra roja en la matanza tambien le dio la posibilidad de seguir teniendo “onda”. No se si en Agentina pero en otro país esta claro que si.

Pero Argentina tiene eso que es único. Somos exagerados para todo. Fuimos mas alla de la capsulas por que no tenemos limites. Un happening con una alfombra roja en La Matanza llevó al líder piquetero Raúl Castells a decir en la Nación: «cortar calles ya no tiene sentido». Y esas palabras fueron el titular impensado del año de boca de un temido piquetero en el 2007. Poco después organizamos una Asamblea Piquetera para vecinos del barrio de La Recoleta, a la que asistieron los mas importates empresarios y modelos de Dior: Nada menos que la La mítica Kouka. Cuando terminó la asamblea, todos estos vecinos marcharon liderados por Raúl Castells y cortaron la calle Arroyo. Cuando todo estaba tomando una dimensión que jamás imaginé a la hora de diseñar el proyecto, una multitudinaria Asamblea Piquetera en el barrio de Villa Albertina me eligió como candidato a Jefe de Gobierno. La mayoría de esas personas que me elegían eran las mismas que tres meses antes, y sin conocerme, me habían gritado «oligarca» y «nazi». Al cabo de todos estos giros sorprendentes terminé aceptando formar parte de una boleta electoral que para mi era un hecho conceptual no ideologico. El espíritu no dejaba de ser pre capsuliano. Lo que motivaba el hecho era además que nos olvidemos de lo ideologico que que no tiene sentido en la periferia del mundo y pensemos como podemos hacer para ser una nación donde todos estemos afuera del closet.

Siempre sentí que fue un hecho artístico. Salir del taller en busca de otra cosa. No sabía bien qué. Llevar la alfombra roja del Alvear Fashion and Arts a la avenida principal del barrio de La Matanza fue una experiencia de alto voltaje para todos nosotros.

Pero la historia no fue como la leemos en el diario del lunes. El viernes Castells era un líder piquetero temido y yo era curador del Alvear Fashion and Arts. El evento consistía en transformar la Avenida Alvear en la meca del lujo. Se cortaba el tránsito y se cubría la calle con una alfombra roja desde La embajada de Francia hasta el Pilar. En lo mejor de la noche llegó Raúl Castells con su gente para hacer un piquete en la entrada del evento. Rápidamente la policía dispuso un vallado que separaba el «adentro» del evento y el «afuera», donde tronaba la protesta. Me acerqué a saludar a Castells. Yo no lo conocía y me pareció que era noche ideal para concerlo. Había tres filas de policías que nos separaban. Lo primero que Raúl me dijo fue oligarca y nazi. No me lo tomé personal. Por sobre empujones y gritos logramos establecer un diálogo. Nos amigamos. Le propuse hacer algo juntos. Aceptó.

A partir de ese día comenzamos a reunirnos todos los lunes. Nos encontrábamos en mi casa. Recibíamos a las Madres del Paco y a toda persona que no tuviera otro lugar donde ir. Comenzó un proceso que no se podía parar. Yo estaba fuera de mí. Comenzamos a trabajar en el proyecto para la primera universidad que luego fundaría el Movimiento Piquetero. Luego organizamos muestras de arte y el happening de la Asamblea Piquetera en Recoleta. No tenía nada que ver con lo ideológico y todos lo entendíamos así. A medida que nos íbamos conociendo fueron dejando de ser «los piqueteros» para mi, eran Sonia, Sofía, María Helena, Adriana, Nina, Los Lucena, Raúl, Damián y los chicos del grupo Cruz del Sur. Cristina Dompe vino conmigo siempre y trabajamos codo a codo, ella sintió lo mismo que yo. Luego participaron Adrián Paiva, el Coro Kennedy, Marikena Monti, el Chango Tarrago Ross, Los Guardapolvos de la Juanita, Toti Flores, top models de Piñeiro, empresarios que nos prestaron obra de Berni, Alonso y Quinquela para hacer muestras. Nos habíamos hecho un gran grupo de amigos. Tres meses después inauguramos la primera muestra con quinientos metros de Alfombra roja en La Matanza, asistieron tres mil personas. Luego vino la performance con formato de asamblea en Recoleta, y la primera marcha happening, que Fernando Castro Nevares calificó de “Histórica” en el diario La Nación. Los vecinos participaron con casi con estupor. La noche de la performance coincidió Gallery Nights, por eso vino Cristina Dompe para invitarnos a recorrer galerías de arte. Yo estaba parado sobre un banco como en las asambleas reales y les dije a todos que marcháramos para que sintieran lo que es una marcha liderada por Castells. Pero no por política sino como experiencia de vida. La mayoría se sumó y marchó. Cortamos la calle Arroyo (no pasaban muchos autos), pero creo que después de eso todos los vecinos volvieron a sus casas con mas sabiduría. De un lado y del otro. Fue paradigmático ver a mi amiga Nina comer tortas fritas con los príncipes Campello, que visitaban a sus primos Argentinos, o ver a Castells charlando con un terrateniente tan campechano como él y que lo invitó a visitar su campo en Entre Ríos. Somos todos iguales y esa era la razón de que en ese happening estuviéramos tan relajados y a gusto. Parados en un banco sobre la calle anunciamos las actividades de la semana en las escuelas y centros de salud del Movimiento Piquetero. Los invitados que nunca habían estado en una asamblea creían que eran ideológicas y de estrategia política, pero se encontraron con un mundo nuevo. Vieron de qué modo la gente se organizaba para sobrevivir en los años post crisis. Luego de eso, marchar por la gran Avenida 9 de Julio fue un abrazo simbólico entre personas que ignoraban que eran tan parecidas. Me interesaba acercarme y poder sentir lo mas importante….que somos todos humanos y que lo mas importante es que estamos de paso y eso nos hace necesarios el uno al otro, especialmente porque corre peligro nuestra civilización. En el contexto del Fashion and Arts entiendo que era esperable una grieta como la de Coco Chanel y Elsa Schiaparelli y no entre Castells y yo. Pero los tiempos cambian.
No todos estaban en paz, por supuesto. Una amiga mía me confeso que había puesto rejas en sus ventanas por miedo a que alguien robara mi agenda y obtuviera su dirección. Se comentaba que una integrante de Alvear Fashion and Arts había contratado seguridad privada. No faltó incluso quien me preguntara si me había hecho comunista por un conjuro mágico de Castells.
Otros lo entendieron. Alicia de Arteaga lo llamó: “un impensado puente cultural”, Marcos Aguinis dijo que nuestra acción “merecía apoyo”, Cristina Dompé escribió: “la gran obra de arte fue la alfombra roja”, un noticiero de televisión tituló la acción como: “una muestra que no distingue entre clases” y “piquete paquete”.
Diez años es mucho tiempo. La acción fue paradigmática por lo mucho que se dificultaba la sintaxis del signo, es necesario inventar su semántica y el pragmatismo de la acción antroposemiótica. Hoy en día las personas aceptamos esas acciones. Ya no es necesario aclarar tanto.

La boleta electoral

El día que la Asamblea de Villa Albertina me eligió candidato a Jefe de Gobierno no me hice preguntas ideológicas, pero me respondí preguntas humanas. Me eligieron por que confiaban en mí y yo en ellos. Una amiga de la recoleta me preguntó con afecto y con la mejor intención por qué había aceptado siendo que yo pienso como ellos. Le aclaré —me aclaré— que era parte de un happening cuyo final estaba abierto. Me imagino que Castells se debe haber asustado de que la gente de su movimiento me eligiera a mí. Me pidió si en vez de candidato a jefe de gobierno podría postularme a vice jefe, siendo el jefe un aliado suyo. Los asambleístas me decían que no aceptara ser vice, porque ellos me habían elegido jefe. Yo no sabía qué hacer. Qué importancia tenía de todos modos, era evidente que no íbamos a sacar ni siquiera el uno por ciento de los votos y yo no soy político. Había aceptado ser candidato porque la boleta electoral era una obra. Un living ready made constructivo y autorizado por quienes me eligieron. En la modelización que propuse, el cuarto oscuro ocupaba el lugar de una galería de arte. Eso no había ocurrido antes y la sociedad lo fue metabolizando. Mi candidatura y sus consecuencias eran el inicio de una semiosis ad infinitum.
El sufragante fue parte del happening también. Aquí radica el potencial humano. La codificación, la decodificación y el ruido implican la subjetividad en la comunicación. Pudo introducirla en un sobre o cuestionar su sentido; preguntarse si es testimonial o simplemente si es un delirio sin antecedentes. Puede sentir una emoción favorable o desfavorable. Se puede reír. Tres mil personas votaron por nuestra fórmula. La información codificada «Bony Bullrich» (el curador de esa muestra elitista a la que el movimiento de Castells repudió) estaba escrita en la boleta electoral que representaba a ese mismo movimiento. El circuito de codificación resulta complejo y fascinante.
Esta obra es autónoma pero no se aparta del mundo. Sobresalió su estética que, en un primer análisis, pudo parecer antisistema según modelizaciones políticamente correctas. No había antecedentes ni explicaciones de por qué se concretó en un instrumento público que se legitimó en una asamblea y luego se exhibió en un cuarto oscuro. El atributo metalingüístico de la boleta electoral y su función Poética es el eje del mensaje. El sufragante (devenido espectador) considerara primero los valores extra estéticos y luego percibe la obra.
Ni siquiera yo me voté a mí mismo. A lo mejor porque el proyecto era estético y no político. Pero los objetivos se alcanzaron. A mi nadie me había pedido que diera conferencias sobre liderazgo social. A lo mejor me prestaban atención cuando opinaba de lo que antes se llamaba «cultura general»: los lineamientos estéticos de un Mc Entire, un texto de Borges o un blue print de Wright. En el happening no importaba mi descrédito de los estados híper-regulados o si admiraba a Deng Xiaoping. Haber sido elegido por una asamblea multitudinaria e integrada por personas que no pensaban como yo fue un acto de Fe. Significó la más educada y preciada de mis acciones como artista y la que finalmente me proveyó de eficacia. Nada tuvo de antisistema. Había existido dentro y gracias al sistema. Hasta hacía poco vivía entre Inglaterra, Montecarlo y Palm Beach, volando en el avión de uno de los grandes criadores de caballos árabes del mundo, Federico Zichy Thyssen. Soy único heredero de cuatro abuelos, me recibí de abogado en la UBA, que quedaba a diez cuadras de casa. Fue todo lo contrario a una acción antisistema. Fue sentir los privilegios como obligaciones y no como derechos. Castells me convirtió en un niño que se cuestiona el sentido de lo impuesto y el arte convirtió a Castells en un ex piquetero (tal como él mismo se define). La familiaridad y el compañerismo tuvieron mas fuerza que la ideología. Acepté ser candidato porque desde mi mente de artista y mi corazón libre quise agasajar esa acción estéticamente posible.



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